23 ene 2012

Sueño con hacerme invisible


               
 En los últimos meses sueño con hacerme invisible a los ojos del Estado. Soy funcionario y creo que el Estado debe mantener unos servicios dignos en tres ámbitos que a mi me parecen el fundamento de cierto bienestar y una inversión a futuro, a saber, educación, sanidad y justicia. Para ello estoy dispuesto a pagar los impuestos correspondientes pero para nada más.
Supongamos que soy un extraterrestre y aterrizo de nuevas en el planeta y dispongo de dinero en abundancia que puedo justificar (primer retrato ante el Estado) como goloso premio de Lotería Primitiva. Supongamos que dispongo de un sitio donde guardar dicho dinero y no tengo que ingresarlo en ningún banco (hubiese sido otro retrato) y , supongamos para terminar, que quiero llevar una vida sin lujos pero desahogada lo que podría hacer con unos treinta mil euros anuales. 
Es imposible no pagar los impuestos derivados del consumo de alimentos, vestido y otras necesidades básicas.
No hay que comprar vivienda; se alquila.
Si no hay banco, no hay tarjetas; se paga todo en efectivo.
No hay intereses bancarios; no hay retención.
No hay hipoteca.
El pago de impuestos se reduce al IVA.
Conclusión: para pagar los menos impuestos posibles hay que ser millonario, disponer del dinero en paraísos fiscales y no ser poseedor de nada en tu propio país.
Esto es un sueño, como dije al principio soy funcionario, dispongo de una nómina, tengo hipoteca, tengo tarjetas de débito y crédito y consumo. Qué más puede pedir nuestro Estado para sangrarme día a día. Pues parece que quiere pedir más.
Por eso sueño con hacerme invisible.


Para terminar leed esto: Estafa en la jungla
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20 ene 2012

RNE

Ayer Radio Nacional cumplió su septuagésimo quinto aniversario y no puedo por menos que felicitar a todos los que allí trabajaron y trabajan y de felicitarnos todos por disponer de una emisora de tan amplios contenidos y que nos pertenece a todos.
Desde pequeño una gran parte de mi vida ha estado unida a las sintonías de sus programas y de sus informativos y aún hoy en cuanto me levanto la sintonizo.


En una emisora como esta, pagada con nuestros impuestos, estar a gusto con ella significa dar cabida a todas las opiniones y a todas las sensibilidades. La radio pública, como ellos se hacen llamar, no siempre lo ha conseguido y en algunos de los programas actuales se les hace difícil el ponerlo en práctica. Pero por lo general es una emisora que da gusto escuchar, por lo menos para aquellos que no nos importa oír determinadas opiniones y que hacemos uso de nuestro espíritu crítico ante lo oído.