Durante los meses de febrero y marzo de
1939 se producen en el territorio aún dominado por el gobierno de la República
española una serie de acontecimientos que son considerados un golpe de estado y
una guerra civil dentro de otra.
El coronel Casado, al mando de los
Ejércitos del Centro, estaba convencido
de que la guerra estaba perdida y de la inutilidad de proseguir la lucha hasta
el final con el consiguiente sacrificio vano de civiles y soldados y ante la
ausencia de lo que él considera un gobierno legítimo y con la excusa de quitar
poder a los comunistas que él cree desean continuar la guerra a cualquier
precio da un golpe de mano y entabla conversaciones con las fuerzas nacionales
para conseguir una paz honrosa y sin represalias.
En la noche del 5 al 6 de marzo Casado crea
en Madrid el Consejo Nacional de Defensa, presidido por el general Miaja y del
que formaba parte Julián Besteiro.
El gobierno de Negrín que estaba en Elda, decidió escapar a Francia por temor a
ser apresado. En Madrid los comunistas
movilizaron a las unidades militares que les eran leales para hacer fracasar el
golpe, pero el Cuerpo de Ejército dirigido por el anarquista Cipriano Mera,
comprometido con Casado, consiguió derrotarlos. El 12 de marzo los
"casadistas" eran los dueños de la capital.
El Consejo quiso negociar con Franco la
rendición sobre todo para evitar las represalias contra los que habían luchado
en el bando republicano pero no obtuvo ningún resultado ya que el gobierno de
Burgos sólo aceptó la rendición incondicional, como ya había puesto de
manifiesto la Ley de Responsabilidades Políticas, promulgada antes del golpe, y
que por tanto ya conocían Casado y sus seguidores antes de darlo, que
criminalizaba en la práctica a todos los partidarios del Frente Popular y a
quienes hubieran servido a la República durante la guerra y antes de ella
(desde el 1 de octubre de 1934). A finales de marzo las tropas de Franco ocuparon Madrid y el
resto del último territorio republicano, la zona Centro-Sur, sin encontrar
resistencia.
Segismundo Casado partió hacia Valencia, y
desde el puerto de Gandía partió en un buque británico hacia el exilio, no sin
antes convencer a miles de refugiados de que marcharan a Alicante, donde,
supuestamente, los recogerían barcos ingleses. La flota nacional impidió la
entrada de los barcos al puerto de Alicante y se creó una gran bolsa de
refugiados que quedó irremediablemente atrapada.
El golpe aceleró lo inevitable, puso fin a
una guerra sin perspectivas de victoria, pero no impidió, de manera alguna, las
represalias, los consejos de guerra y la represión posterior.