4 dic 2012

Dignidad

Dos personajes públicos, entiéndase, públicos porque salen en los medios de comunicación, públicos porque trabajan de cara al publico y públicos porque piensan que todo lo que piensan interesa al público, se han atrevido, en base a todo lo anterior, se han atrevido, decía, a soltar dos frases que no tienen desperdicio alguno: "No hay intelectuales de derechas, o eres intelectual o eres de derechas" (Alberto San juan); "No escucho RNE por higiene mental" (Toni Garrido).
Sus frases se corresponden con la corriente o corrientes ideológicas a las que son afines. Hasta aquí todo normal. Apliquemos el sentido común. La normalidad empieza a resentirse. Si vamos al diccionario de la RAE leemos:

INTELECTUAL: perteneciente o relativo al entendimiento.

En ningún lugar se señala que sea la ideología condición necesaria para, pero si el pensamiento. No niego que el pensamiento pueda ser de derechas o de izquierdas pero en cualquier caso no deja de ser pensamiento por lo tanto puede, debe y hay intelectuales de derechas y de izquierdas.
La condición necesaria sin la cual no hay escucha, y como buen profesional de ello debería saberlo, es compartir el código y el respeto a las ideas del otro. Es lógico, pues, no escuchar si uno no comparte el código, que no es el caso, o teme ser contaminado por las ideas del otro, que si es el caso que nos ocupa; en esa situación lo mejor es no escuchar pero jamás presuponer que quien escucha ha perdido o perderá la cabeza. Es presuponer una falta total de criterio para los que escuchan en este momento y el criterio tampoco es de derechas o de izquierdas. 

Otra cuestión, y en este caso me refiero a RNE, es si la programación actual de dicha emisora se adapta más o menos a los gustos de los "escuchantes" o si los profesionales, de cuya profesionalidad nadie duda, son los más adecuados para conducir los nuevos programas o para dar contenido a los mismos. Pero que la izquierda española se escandalice a estas alturas de la película nacional que llevamos rodando hace treinta años de que los cambios de gobierno se materialicen en programaciones sesgadas me parece una necedad y más cuando en ese periodo de tiempo la izquierda ha gobernado muchos más años que la derecha y no ha dejado de hacer lo mismo.

Hay unas corrientes, no sé si sólo en España o en otros países ocurre algo similar, que tienden a creer que lo bueno sólo puede ser aquello que yo hago o pienso y todo lo que se salga de mi norma es malo "per se" y rechazable. Pues el sentido común me indica que ello no es así. Se pueden hacer las cosas mal o bien, mejor o peor, pero en cualquier caso el sólo hecho de hacerlas ya merece nuestro respeto, las compartamos o no. Y probablemente muchas más veces no compartiremos de las que estamos de acuerdo. pero ello no da derecho a la descalificación, ni al insulto soterrado. Más tolerancia es lo que nos hace falta. No queramos ganar siempre porque perderemos siempre. Aprendamos de las derrotas para comportarnos dignamente en las victorias.

29 ago 2012

Tiempos de mudanza


En tiempos de mudanza, como ahora vivimos, todos (la realidad se impone y no son todos los que mudan tan sólo lo hacen las sufridas clases medias trabajadoras por cuenta ajena y los estratos más humildes de la sociedad aquellos que se mueven entre el empleo precario y la pérdida del mismo); como decía todos tendremos que trucar las estancias amplias, acogedoras y bien iluminadas de antaño por otras algo más pequeñas, incómodas y un tanto lóbregas pero que se corresponden más con la realidad de nuestras vidas.
En estos momentos es cuando debemos aferrarnos a todos aquellos principios que debimos haber recibido de nuestros antepasados para ser ahora más que nunca personas.
Ser capaces de buscar entre nosotros a aquellos que representen la rectitud, el compromiso y la honestidad para conducirnos hacia un futuro que sea nuestro y no el de aquellos que arrogándose una falsa representatividad construyen su presente y su futuro bajo falsas promesas.
Ser capaces de gritar frente a la injusticia, la necedad y la falta de sentido común. Nos sentiremos humillados y ultrajados. Seremos catalogados de antisociales e incluso es posible que nos acarree algún que otro disgusto frente a los poderes constituidos pero deberemos sentirnos satisfechos por haber hecho aquello que esperábamos de nosotros.
Se han acabado los tiempos del conformismo y la alienación hay que levantar la cabeza y decir aquello que haya que decir siempre con la verdad por delante. No seamos ni un minuto más cómplices de una farsa que legitima al corrupto, al incompetente y al necio y le protege con una patena de respetabilidad que ni se merece ni posee.
Hay que comprometerse en el servicio a los demás porque ahí está la llave de nuestra libertad. La ley, la justicia y la paz han de ser el lema que nos conduzca a unos nuevos tiempos que puede que tarden en llegar pero que llegarán mal que les pese a todos aquellos que se aprovechan del sistema actual y a aquellos que con su silencio y conformismo les legitiman.
Este liberalismo salvaje que nos domina caerá igual que en tiempos pasados cayeron otros sistemas autoritarios desconocedores del alma humana porque la sinrazón jamás triunfa y por que los gritos de sufrimiento y de rabia de todos nosotros no serán en vano.
Será necesaria la existencia de mártires que sufriendo los rigores del sistema den testimonio. Sin ellos, a los que vengan detrás les sería imposible recorrer un camino angosto y dificil.
Es duro, muy duro, preconizar la rebelión de las almas. Hay que remover conciencias dormidas, apoltronadas y llenas de polvo para mudarlas en seres humanos conscientes de su existencia y dispuestos a sacrificar lo poco que les están dejando poseer para alumbrar un futuro distinto y a ser posible mejor, pero si así no lo fuera habríamos conseguido nuestro propósito con lo simple de provocar el movimiento.
Lo que no podemos hacer es cruzarnos de brazos y resignarnos a unas decisiones que tomadas por aquellos que ya no nos representan nos conducen directamente al abismo y a la pérdida no ya sólo de derechos si no del concepto mismo de persona.
Hay que levantar la voz. Hacerse eco de ésta y de otras propuestas semejantes. No permitir que acallen la protesta y luchar. Luchar.
Yo me comprometo a luchar desde aquí e incluso llegado el caso, porque no, a hacer acto de renuncia. Será difícil, lo sé, pero si la realidad obliga nada impedirá entonces dar el primer paso. Mientras tanto a gritar.

20 abr 2012

Funcionarios

En otras ocasiones ya he comentado que soy funcionario y que cuando realicé las oposiciones correspondientes hace treinta años era totalmente consciente de lo que suponía y de cuales eran las ganancias y las pérdidas de dicha elección.
El que en los últimos años nos hayamos convertido en el pim-pam-pum de políticos, medios y conciudadanos me ha parecido de una injusticia tan flagrante que cuando alguien escribe y opina de una forma distinta resulta muy gratificante.
Me hago eco pues de dos opiniones en defensa de nuestro trabajo y del servicio que prestamos, sin duda, a todos los ciudadanos.

"Manuel es funcionario público. En España. En 2012. Cada vez que
va a trabajar, y cada vez que percibe su congelado pero seguro
sueldo, siente en la nuca el aliento, nada frío, de más de cinco
millones de compatriotas desempleados. Y subiendo. Manuel lee
los periódicos. No lo hace sobre su mesa de trabajo, atestada de
papeles que reclaman atención: a Manuel sus padres no le
enseñaron, de pequeño, que lo que uno debe hacer pueda aplazarse
o declinarse a conveniencia, ni en el camino de la vida supo,
tampoco, adquirir esa noción tan confortable. Manuel lee los
periódicos de la semana hoy, que es cuando libra, y en ellos
rebusca y repasa las cosas que le conciernen, y también algunas
que no, porque la mente es caprichosa y a veces, volátil, se
posa donde no hay mayor provecho. Pero desde hace meses lee con
especial atención todo lo que tiene que ver con su colectivo, el
de los empleados públicos, y con la imagen que proyectan sobre
la ciudadanía (o que de ellos interesa proyectar, que a veces
las dos cosas, como pasa con cualquier colectivo, no hay que ser
más victimista de la cuenta, se confunden). De eso, de la imagen
proyectada, se derivan siempre consecuencias. Y las que se
atisban no son tranquilizadoras. Un secretario de estado,
responsable de la función pública para más señas, advierte que
los funcionarios españoles ya se pueden ir olvidando del
cafelito y el periódico. Como queda apuntado, del periódico
Manuel se olvidó hace mucho, en sus horas de trabajo, pero ha de
admitir, mea culpa, que un cafelito, sólo uno, sí que procura
tomarse todos los días, aunque alguno la mañana se le amontone
más de la cuenta y no pueda ser. Sorteando su inicial
suspicacia, lee las declaraciones del político y encuentra en
ellas argumentos razonables. Hay que trabajar más si todo el
país se ve llamado a esfuerzos, no puede ser que un sector de la
población, sostenido con los impuestos del resto, reclame
prerrogativas de las que los demás carecen. Manuel, que tiene a
algún compañero de los que toman el cafelito y el pincho,, y
salen a hacer un par de gestiones misteriosas casi cada mañana,
asiente a eso. Pero también lo hace pensando en los compañeros
políticos del declarante que llevan cuatro guardaespaldas (o
sea, que necesitan en total 12 o 15, para cubrir todos los
turnos, vacaciones y bajas) o requiere cuatro coches oficiales
para sus desplazamientos. O en esos parientes de responsables
públicos que vuelan gratis total en aviones de la Fuerza Aérea,
mientras el marido de Angela Merkel abona la factura o, para
ahorrar, se saca un billete en aerolínea low-cost, donde volar
le cuesta menos que en los jets militares. De Alemania viene otra
noticia: un funcionario confiesa haber cobrado más de 700.000
euros, en los últimos 14 años, por no hacer absolutamente nada.
Cuántos Kaffelitos le habrá dado tiempo a tomar.
Va a ser que en todas partes cuecen algunas habichuelas, por más
que nos regañe su jefa (a la que bien le venimos, quebrados,
como suministradores a precio de saldo de la mano de obra
cualificada que no absorbe nuestro agonizante sector
productivo). A Manuel le admira la gallardía del teutón. Conoce
a algún otro que podría hacer una confesión análoga. Duda mucho
que nunca llegue a dar ese paso. ¿Qué corolario se sigue de todo
esto? Manuel no cierra los ojos, aunque lo preferiría. Que en
Europa, y no sólo en España, se avecina una razia sin
precedentes contra los de su especie. Lo malo de las razias es
que ya desde la Edad Media salpicaron siempre
indiscriminadamente a inocentes y culpables. O peor aún,
discriminando positivamente a los culpables sobre los inocentes.
Manuel apura su cafelito de la cafetera de su casa. Donde más de
uno, pronto, tendrá que aprender a hacérselo."

Lorenzo Silva


"Los funcionarios son esos señores y señoras que un buen día aprobaron una oposición en busca de un empleo estable. Su sueldo era seguro, pero escasito. Es más, cuando estalló ese tsunami de falsa prosperidad y este país se llenó de nuevos ricos, su sueldo, en comparación, era claramente una puta mierda. No obstante, la gran ventaja que tenían (esto lo valoran ahora) era que nadie se metía con ellos: en todo caso, si alguien les señalaba, era para compadecerse de su pobreza.

-Mira ese pringao: veinte años en la Administración, y gana al mes la cuarta parte de lo que yo saco en mi empresa sólo en horas extras.

Pero un día la crisis estalló y España, que estaba a punto de adelantar a Francia, según ZP, luego de haber pasado a Italia, empezó a irse al carajo. Resulta que la economía de este país se había basado casi única y exclusivamente en una burbuja inmobiliaria que nadie quiso pinchar a tiempo, y, cuando explotó, lanzó de golpe contra las oficinas del INEM a tres millones de parados. La recaudación fiscal cayó en picado y, como al mismo tiempo aquí se había despilfarrado en obras absurdas lo que no está escrito, corrupciones aparte, la deuda y el déficit se dispararon, se empezó a hablar de quiebra y el gentío volvió la cabeza hacia los culpables de tanta ruina: los jodidos funcionarios, que cada mes se llevan a casa su sueldo calentito, un sueldo que ahora, en comparación con tanto "ni-mileurista" como hay, es muy apetecible.

"¡Es que la partida destinada al pago de las nóminas de los empleados públicos no deja de crecer!", protesta el gentío. Y lleva razón: tanto en la Administración Central, como en la Autonómica y la Local, cada día hay más gente colocada a dedo y más asesores. Los funcionarios de carrera, o sea, por oposición, no crecen porque sus bajas ya no se cubren, pero cada vez hay más enchufados.

Los gobernantes lo tienen muy fácil a la hora de estrangular a los funcionarios: el gentío ha sentenciado que hay que ir a por ellos. El gentío no distingue entre el burócrata que no da un palo al agua en su negociado (¿para qué estará la inspección, oyes?) y el médico que no da abasto en urgencias, y los dos son funcionarios. Por eso los empleados públicos lo van a pasar francamente mal en lo que queda de crisis. ¡Les van a recortar hasta la calderilla!

-A ver, usted que tenía diez trienios, a veinte euros el trienio, va a pasar a tener cinco, a diez euros la unidad.
-¿Lo qué?
-Es que Bruselas nos ha dicho que a partir de ahora cada trienio tenga seis años. ¡Todo sea por rebajar el déficit, hombre, no ponga esa cara!

Si por el gentío fuera, incluso habría que fusilar a muchos funcionarios al amanecer, así nos ahorraríamos hasta sus futuras pensiones. Pero tampoco hay que pasarse. A no ser que el déficit se resista, claro."

Editorial publicado en "El Jueves" del 21 de Marzo de 2012.


27 mar 2012

Naufragio


Definición de la Real Academia de la Lengua.


naufragio.
(Del lat. naufragĭum).
1. m. Pérdida o ruina de la embarcación en el mar o en río o lago navegables.
2. m. Pérdida grande; desgracia o desastre.
3. m. Mar. Buque naufragado, cuya situación ofrece peligro para los navegantes.





La pérdida y el peligro son inherentes al hecho. 

Para los pasajeros del Costa Concordia, la excepción siempre confirmará la regla, no debió ser así.

Que se me entienda bien. Bajo ningún concepto me atrevería a frivolizar sobre una situación que en cualquier caso siempre será angustiosa y ante la cual no sé como reaccionaría si la viviera. Mi comentario se circunscribe a una forma de actuar de los pasajeros que me resulta muy curiosa y que nos muestra ciertos nuevos comportamientos adoptados por los seres humanos al calor de las nuevas tecnologías. 

Acabo de ver un documental en National Geographic que muestra los momentos del naufragio, utilizando las propias imágenes grabadas por los pasajeros. Ya resulta curioso el que uno mismo ante una situación en que te va la vida se ponga a grabar pero aún lo es más el ver como los demás también graban. O la situación no era tan peligrosa que no permitiera detenerse a inmortalizarla o la necesidad de ganarse unos minutos de fama a costa de grabar las desgracias propias y ajenas es tan fuerte que incluso supera al instinto de supervivencia.


El viajero anterior a la digitalización hacia contadas fotos, escribía un diario o una crónica. Recreaba la vivencia. Apreciaba los matices. Fijaba las sensaciones en la piel. Hoy nada es vivido si de ello no existe testimonio gráfico, incluso de la tragedia. Guardamos nuestra memoria en un ordenador y pronto sustituimos unas imágenes por otras. Lo efímero de los recuerdos, las sensaciones y vivencias no será un reflejo de lo efímero de nuestra existencia.

20 mar 2012

Rugby

Madrid. Estadio Nacional. Ciudad Universitaria.
17/3/12. España 13-Rumanía 12






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15 mar 2012

Libertad de expresión/Libertad intelectual


La UNED retira el capítulo de un libro de Derecho por su contenido sexista


La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) ha decidido retirar un capítulo del libro Nociones Básicas de Derecho que culpa a la generalización del trabajo femenino, el control de natalidad o las uniones entre personas del mismo sexo, de la crisis de la “familia actual”. El texto formaba parte –como otros capítulos del libro, editado en 2008-- del temario del examen de acceso a la universidad para mayores de 25 años, y había recibido críticas de los alumnos en Internet por su contenido sexista. Además, en los últimos días, más de 1.600 personas firmaron una petición en la web de activismo Actuable en la que exigían al rector de la universidad su retirada.
El capítulo, titulado Persona, familia, herencia, ya no formará parte del temario y será reescrito por sus autores, Manuel García Garrido y Federico Fernández de Buján, según ha confirmado una portavoz de la UNED. “El rectorado de la UNED se ha puesto en comunicación con los autores, quienes lamentan que una confusa redacción del texto haya provocado una interpretación diferente a la deseada por los propios autores, razón por la cual se procede a una retirada y reelaboración del capítulo”, han explicado los responsables de la universidad en un comunicado.
El rectorado de la UNED ha pedido a los autores que reescriban el texto
El capítulo hablaba de “una serie de factores y hechos” que, según los autores, han ocasionado la crisis de la familia. Entre ellos, como explica la petición de retirada, citan “la promiscuidad sexual, la frecuencia de divorcios, la admisión de uniones estables e incluso de matrimonios entre personas del mismo sexo” o “la generalización del trabajo femenino”; también “el control y disminución de la natalidad, las nuevas técnicas de inseminación a implantación de óvulos fecundados con la consiguiente coparticipación en la maternidad”.

Publicado en la edición digital de EL PAÍS el 14 de marzo de 2012


Me hago eco del suelto anterior y lo reproduzco para que los lectores puedan hacer un juicio de acuerdo a lo publicado y no sobre mi opinión.



Nada tengo que decir en torno al tema de la crisis de la familia (podría decir muchas cosas pero no es éste ni el momento ni el lugar). Algo hay que decir en torno al asunto de la retirada del texto.
La libertad de expresión es un derecho fundamental que permite, entre otras cosas, que podamos escribir esto, aquí y ahora.
Este derecho esta íntimamente unido al de educación. Esta sociedad occidental tan avanzada sólo ofrece a sus ciudadanos un sucedáneo de educación que en realidad enmascara el objetivo primordial de eliminar todo espíritu crítico. Sólo de esta manera pueden surgir personas y asociaciones que en aras de un  pretendido principio de respeto se arrogan el derecho a decidir lo que debemos o no leer y escuchar.
No deben existir ninguna, recalco el ninguna, cortapisa para que cada cual exprese libremente lo que piensa. Según mi opinión sólo la apelación a la violencia o la llamada a la imposición por la fuerza pueden ser motivos para aplicar una censura previa.
Las ideas pueden no gustarnos, las personas que las emiten tampoco, pero el derecho a expresarlas y a expresarse está por encima de ellas.
Si los ciudadanos hubieran recibido una educación con mayúsculas; educación crítica lejana al sectarismo y a la ideologización,  qué miedo habría a la libre circulación de ideas. El ciudadano leería y escucharía y sería capaz de discriminar,  elegir,  criticar,  rechazar,  aceptar y decidir por si mismo. No necesitaría la vigilancia paternalista de los grupos pretendidamente progresistas o ultramontanos pero practicantes conspicuos de abierta censura a todo aquello que no se identifica con su manual de estilo.
Otro aspecto a tener en cuenta y que es el que más se acerca al suelto que hoy comentamos es el de la libertad de cátedra que tan controvertida es en todos los países y que en España ha sido origen de acontecimientos como la Noche de San Daniel. Si la UNED obliga a estos profesores a modificar y reescribir el texto está conculcando un derecho que les asiste y que permite a la universidad mantener un cierto espíritu libre y crítico no sólo frente al poder constituido sino, como en este caso, frente a la opinión de un grupo que se convierte en lobby. Flaco favor le hacen los estamentos universitarios a sus alumnos cuando se pliegan con nula resistencia ante el primer envite de cualquiera que dice ser opinión. 
La defensa a ultranza de la libertad, en cualquiera de sus manifestaciones, es un deber irrenunciable a poco que a uno le quede algo de estima intelectual.

12 mar 2012

Control de alcoholemia versus abuso de autoridad

Sábado, 1,15 de la madrugada, kilómetro trece de la A-5, atasco. Informaciones de obras. La circulación de vehículos es lenta, muy lenta, hasta concretarse en un solo carril. Imposible desviarse a Alcorcón por la salida de Tres Aguas. Está prohibido. Imposible desviarse a Alcorcón por la salida del Hospital, kilómetro 14. Está prohibido. Es obligatorio pasar junto al control situado un poco más allá, kilómetro 16 por el lateral. No me detienen, tampoco hubiera pasado nada porque no había bebido, llego a casa alrededor de las dos.
No estoy en contra de los controles de alcoholemia tengo muy claro que no soy libre de conducir con elevadas dosis de alcohol en la sangre. Si estoy en contra de todo aquello que signifique abuso de la autoridad y lo de esa noche fue un abuso.
Si yo hubiera vivido en Alcorcón o hubiese tenido, por alguna urgencia, que presentarme en el Hospital de Alcorcón no hubiera podido hacerlo. Obligatoriamente hubiese tenido que llegar a las inmediaciones de Móstoles y hacer un cambio de sentido para llegar a mi destino.
Es un abuso de autoridad el cerrar una carretera internacional, hay que recordar que la A-5 conduce a Lisboa, para cazar a unos pocos o muchos conductores. La libertad de movimientos y de tránsito fue conculcada en aras me temo de cierto afán recaudatorio.
La discreción es más efectiva que las demostraciones inútiles de fuerza.

28 feb 2012

La Clase

Hace treinta años que me dedico a la enseñanza. Para un maestro lo más apreciado es la clase. Es un espacio singular, un microcosmos social, un estado en miniatura, donde se reproducen los modos de vida de la sociedad del momento.


La clase tiene vida propia. Las relaciones que se establecen entre sus componentes, aun siendo forzadas en el paradigma espacio-tiempo, son reales y provoca tensiones que el propio grupo debe aprender a resolver.
El otro paradigma es el maestro. La clase le debe aceptar como el líder, sin mesianismos, el mediador de conflictos, el ejemplo, la autoridad; si no es así su figura se diluye en un contexto que no es el suyo, que no le pertenece. El maestro, es por edad ajeno al grupo, nada tiene que ver con él ni en gustos, ni en aficiones, ni en formas de vida y, sin embargo, su sola presencia, su aceptación y su participación en la clase le convierten en la piedra angular que permite que el edificio social que la clase construye se mantenga.
El maestro no puede, ni debe, participar en la creación del entramado social de la clase. Su figura se engrandece desde el momento en que capta cual es dicho entramado e interviene para corregir peligrosas desviaciones o aporta su consejo para mejorarlo. El maestro debe corregir con autoridad, una autoridad que debe ser aceptada de antemano, pero siempre con justicia para que dicha autoridad, que se ha ganado a pulso, no se deteriore. El maestro debe dialogar, pero no como amigo, sino como el mediador que conociendo todos los hilos de la urdimbre los maneja, pero no a su antojo, en la búsqueda del equilibrio perdido. 
Cuando esa delicada red se estabiliza es cuando se consigue esa maravilla consistente en dar clase. Esa situación, ideal en muchas ocasiones y en muchos lugares, donde las figuras de maestro y alumno adquieren su verdadera dimensión; una situación de comunicación fluida donde uno aporta y deja y el otro recoge y aprecia.
La recogida, el aprecio por lo recibido, la cosecha puede tardar varios años pero cuando llega la satisfacción es plena. Yo vivo esa satisfacción en estos precisos instantes. En mi Centro se encuentran como alumnos de practicas, futuros maestros y maestras, algunos de los que fueron mis alumnos en épocas anteriores. Los he visto crecer y ahora los veo compartir conmigo sus primeras experiencias en el aula, en la clase. Su percepción de la vida va a cambiar; definitivamente verán a los otros como lo que son: sus alumnos.

20 feb 2012

¿Adelaida?

A la memoria de mi madre

Hace poco más de tres años que mi madre, Adelaida, murió después de padecer durante cerca de diez años una enfermedad, que es adjetivada de terrible: Alzheimer
Este pasado fin de semana he redivido aquel proceso de dos formas distintas. La primera asistiendo a la representación de la obra ¿María?, parafraseada en el título del post, de Marta Barceló donde madre, hija y nieta asisten, en principio sorprendidas y luego resignadas, al inicio y desarrollo de la perdida de memoria por parte de la madre. Como pequeños olvidos de lo inmediato se van haciendo cada vez más grandes, como surge la violencia frente a lo incuestionable y como, para finalizar, la madre termina encerrada en un mundo de recuerdos antiguos y en completa incomunicación con el mundo actual.
El domingo por la noche casualmente coincidí durante unos minutos con la concesión de los Goya en la televisión y justo en el momento de la entrega del premio al guión adaptado que recayó en la película Arrugas que está basada en el cómic del mismo título de Paco Roca. La película no la he visto pero el cómic, que leí en su momento, trata el tema de la convivencia de enfermos de alzheimer en una residencia.
La figura de mi madre surgió de repente y en concreto su memoria. Cuando somos jóvenes nuestros padres nos cuentan multitud de historias, anécdotas y canciones a las que solemos prestar poca atención porque pensamos que ellos van a estar siempre ahí y ya encontraremos el momento de transcribirlas; nunca lo hacemos. Como la excepción confirma la regla hace muchos años puse negro sobre blanco una cancioncilla que la hacíamos cantar a menudo porque nos gustaba mucho y que ahora quiero trasladar aquí precisamente para evitar su pérdida.


EL NIÑO DE LAS MONJAS

Eran las monjas las madres
del niño aquel que sin padres quedó
con ellas en el convento su infancia feliz pasó.

Era un travieso chiquillo
que de valor daba pruebas sin par
y un día en el convento al chiquitín se le oyó cantar:
 "Yo quiero ser torero, torero quiero ser,
torero como Granero, el Valerito y el gran José,
para ganar dinero, para traerlo aquí 
y un manto para esta Virgen que tanto vela por mí."

Se hizo torero famoso
supo triunfar por valiente en la lid
y un día en el convento el chiquitín cantaba así:
 "Yo soy por fin torero, torero de verdad, 
torero como Granero, el Valerito y el gran José,
para ganar dinero, para traerlo aquí
y un manto para esta Virgen que tanto vela por mí."

Era una tarde española, 
tarde española de toros y sol,
el niño cayó en la arena y el toro lo corneó.

Era la herida de muerte
por eso no lo pudieron salvar
llorando vio a su cuadrilla y dijo al expirar:
"Yo ya no soy torero, torero ya no soy,
me muero como Granero, el Valerito y el gran José,
pobres monjitas buenas que llorarán por mí
rogad por el pobre niño que recogisteis allí." 


Con posterioridad he tenido conocimiento de que en 1958 se hizo una película sobre el tema titulada EL NIÑO DE LAS MONJAS de Ignacio F. Iquino y también existe una versión cantada por la LA NIÑA DE LA PUEBLA con algunas variantes respecto a la letra que aquí he trascrito. 

6 feb 2012

Berthe Morisot

"Berthe Morisot (Bourges, 1841-París, 1895), fue la primera mujer que se unió al movimiento impresionista. Nacida en el seno de una familia de la alta burguesía francesa, fue educada en el gusto por las artes y la música y supo combinar de manera ejemplar la faceta artística con su papel de mujer moderna y activa animadora cultural. Modelo y amiga de Manet, casada con su hermano Eugène, aliada de los pintores impresionistas -como Degas, Renoir, Monet o Pissarro-, con quienes expuso en prácticamente en todas las exposiciones, y además admirada por intelectuales de la talla de Mallarmé o Valèry, Morisot jugó un papel destacado y esencial en el desarrollo del impresionismo francés."

Berthe Morisot. La pintora impresionista.
Museo Thyssen-Bornemisza.
Madrid, hasta el 12 de febrero de 2012




2 feb 2012

Dexter

Por pura casualidad, uno de estos domingos en que después de comer haces un barrido por distintos canales de televisión para ver si algo te interesa, fui atrapado por un maratón de los últimos capítulos de la quinta temporada de la serie Dexter. El atrapado es literal porque me mantuve pegado al televisor durante la friolera de cinco horas; nada más alejado de mis costumbres.
Días después, indagando, supe que se iniciaba la sexta temporada y aquí estoy; creo haberme convertido en fan.


Dexter es un asesino que aparentemente lleva una vida de lo más normal, estuvo casado, enviudó, tiene un hijo, una hijastra adolescente y, una vuelta de tuerca más, trabaja en el departamento forense de la policía de Miami junto a su hermana que es inspectora.
Dexter asesina a individuos que se escapan de la justicia ordinaria y actúa como un vengador justiciero pero no en nombre de la sociedad sino en nombre de si  mismo. Y siente placer al hacerlo pero no da la impresión de ser un sádico.
Seguro que los seguidores de la serie desde el principio y que han sido testigos de la evolución del personaje a lo largo de los años pueden no estar de acuerdo con la apreciación de un recién llegado que se pone a juzgar tan sólo después de haber visto el final de una temporada, ya avanzada, y dos capítulos de la siguiente. Tranquilos asumo la crítica y añado que la serie me parece excelente y que pienso seguirla. Pero me permito algunas consideraciones.
Como tengo ya cierta edad y he visto mucho cine y televisión este personaje me ha recordado a aquel creado por Charles Bronson, un actor muy malencarado, que se tomaba la justicia por su mano al comprobar como el sistema judicial era manipulado por jueces y abogados y dejaba en libertad a asesinos y criminales de cuya culpabilidad nadie dudaba y él menos. Los críticos cinematográficos de la época lo tachaban de fascista.
Hoy en día Dexter nos cae simpático y nos sentimos identificados con él hasta tal punto que no nos planteamos ninguna duda moral sobre su comportamiento. En el fondo hace algo que a muchos les gustaría hacer.
Creo que esta serie pone de manifiesto el punto crítico de perversión moral al que hemos llegado en la sociedad y ello sin haber tocado fondo. Fíjense sino en las fotografías promocionales y percibirán lo fácilmente que se produce la identificación con el personaje. Lo fácil y barato que supone ser un asesino.

23 ene 2012

Sueño con hacerme invisible


               
 En los últimos meses sueño con hacerme invisible a los ojos del Estado. Soy funcionario y creo que el Estado debe mantener unos servicios dignos en tres ámbitos que a mi me parecen el fundamento de cierto bienestar y una inversión a futuro, a saber, educación, sanidad y justicia. Para ello estoy dispuesto a pagar los impuestos correspondientes pero para nada más.
Supongamos que soy un extraterrestre y aterrizo de nuevas en el planeta y dispongo de dinero en abundancia que puedo justificar (primer retrato ante el Estado) como goloso premio de Lotería Primitiva. Supongamos que dispongo de un sitio donde guardar dicho dinero y no tengo que ingresarlo en ningún banco (hubiese sido otro retrato) y , supongamos para terminar, que quiero llevar una vida sin lujos pero desahogada lo que podría hacer con unos treinta mil euros anuales. 
Es imposible no pagar los impuestos derivados del consumo de alimentos, vestido y otras necesidades básicas.
No hay que comprar vivienda; se alquila.
Si no hay banco, no hay tarjetas; se paga todo en efectivo.
No hay intereses bancarios; no hay retención.
No hay hipoteca.
El pago de impuestos se reduce al IVA.
Conclusión: para pagar los menos impuestos posibles hay que ser millonario, disponer del dinero en paraísos fiscales y no ser poseedor de nada en tu propio país.
Esto es un sueño, como dije al principio soy funcionario, dispongo de una nómina, tengo hipoteca, tengo tarjetas de débito y crédito y consumo. Qué más puede pedir nuestro Estado para sangrarme día a día. Pues parece que quiere pedir más.
Por eso sueño con hacerme invisible.


Para terminar leed esto: Estafa en la jungla
.

20 ene 2012

RNE

Ayer Radio Nacional cumplió su septuagésimo quinto aniversario y no puedo por menos que felicitar a todos los que allí trabajaron y trabajan y de felicitarnos todos por disponer de una emisora de tan amplios contenidos y que nos pertenece a todos.
Desde pequeño una gran parte de mi vida ha estado unida a las sintonías de sus programas y de sus informativos y aún hoy en cuanto me levanto la sintonizo.


En una emisora como esta, pagada con nuestros impuestos, estar a gusto con ella significa dar cabida a todas las opiniones y a todas las sensibilidades. La radio pública, como ellos se hacen llamar, no siempre lo ha conseguido y en algunos de los programas actuales se les hace difícil el ponerlo en práctica. Pero por lo general es una emisora que da gusto escuchar, por lo menos para aquellos que no nos importa oír determinadas opiniones y que hacemos uso de nuestro espíritu crítico ante lo oído.