En
estos días termino de leer la última novela de Bevilacqua y Chamorro, “Donde
los escorpiones”, y me gustaría hacerle llegar algunas consideraciones con todo
el respeto que me merece su labor como escritor y la de unos personajes que son
suyos y con los que usted puede hacer lo que le dé la real gana.
Totalmente
de acuerdo en que la guerra de Afganistán es larga y poco conocida y todo ello
pese a que participamos en ella y ha costado la vida a un ciento de nuestros
soldados. Por eso libros como el suyo que ponen negro sobre blanco la realidad
de lo que allí ocurre y muestran nuestra real y leal implicación son
bienvenidos para una nación, España, tan pusilánime cuando se habla del tema de
la guerra.
Como
seguidor de Vila y Chamorro me siento, sin embargo, algo defraudado. Considero
que son ellos menos que nunca. El paisaje y la pasión para describir lo que es
aquel país y la misión de los soldados españoles allí, los deja en un segundo
plano. Rubén no se muestra ni tan escéptico ni tan cínico como en otras
ocasiones y Virginia simplemente está desaparecida con brevísimas intervenciones en las que ni
siquiera parece ella.
Los
personajes, los verdaderos protagonistas de la serie, se desdibujan en el
entorno árido, seco y polvoriento pareciendo, finalmente, espejismos de sí
mismos. Tal vez no eran ellos los más indicados para contar lo que había que
contar de lo que allí ocurre.