25 sept 2013

El vagón de Compiegne


En los primeros días de noviembre de 1918 las delegaciones francesa y alemana se reúnen en el bosque de Rethondes, cerca de Compiegne, e inician las negociaciones para la firma de un armisticio que ponga fin a la Gran Guerra. La firma se realiza el 11 de noviembre en un vagón de ferrocarril, el famoso 2419D, que tendrá una muy ajetreada vida.


En 1919 el vagón fue colocado a la intemperie en un patio interior de los Inválidos en París. Con los años se fue deteriorando y la opinión pública forzó una solución. Se decidió su traslado a Compiegne y allí se construyó un edificio para albergarlo así como un monumento conmemorativo.


En 1940 el ejército alemán arrolla al francés y este se ve obligado a solicitar un cese de las hostilidades. Unidades alemanas se dirigen a Compiegne y tras volar el edificio que albergaba el vagón lo trasladan al punto exacto donde se encontraba en la mañana del 11 de noviembre de 1918. El mismo Hitler quiso estar presente en esta rendición francesa y el 22 de junio de 1940 el vagón es testigo de otra firma aunque en sentido contrario. Los vencidos de 1918 se habían convertido en los vencedores de 1940.



El vagón fue trasladado a Berlín para su exhibición. Quedó en manos de las SS que hicieron todo lo posible, con múltiples traslados, para evitar su destrucción. Pero la marcha de la guerra obligó finalmente a su voladura y destrucción total en abril de 1945 en parte para evitar la humillación que hubiera supuesto la firma de la rendición alemana en el mismo.
Unos años más tarde, en 1950, los franceses fueron capaces de efectuar una reconstrucción del vagón, reconstruyeron el edificio destruido en Compiegne y lo volvieron a instalar en el mismo lugar.



Y desde entonces allí se encuentra y es lugar donde cada 11 de noviembre se recuerda a todos los que fueron victimas de uno de los más grandes fracasos de la historia de la humanidad.


24 sept 2013

Mirar y ser mirado


El que mira es espejo de lo mirado, pero sólo uno de los infinitos espejos posibles.
Lo mirado no es sólo objeto, sino también espejo del que mira. Lo mirado se “contagia” de la forma en que es mirado, y acaba por decirnos algo del que mira.
El que mira está en riesgo. Preguntarle al espía.
Alberto Tasso