29 ago 2012

Tiempos de mudanza


En tiempos de mudanza, como ahora vivimos, todos (la realidad se impone y no son todos los que mudan tan sólo lo hacen las sufridas clases medias trabajadoras por cuenta ajena y los estratos más humildes de la sociedad aquellos que se mueven entre el empleo precario y la pérdida del mismo); como decía todos tendremos que trucar las estancias amplias, acogedoras y bien iluminadas de antaño por otras algo más pequeñas, incómodas y un tanto lóbregas pero que se corresponden más con la realidad de nuestras vidas.
En estos momentos es cuando debemos aferrarnos a todos aquellos principios que debimos haber recibido de nuestros antepasados para ser ahora más que nunca personas.
Ser capaces de buscar entre nosotros a aquellos que representen la rectitud, el compromiso y la honestidad para conducirnos hacia un futuro que sea nuestro y no el de aquellos que arrogándose una falsa representatividad construyen su presente y su futuro bajo falsas promesas.
Ser capaces de gritar frente a la injusticia, la necedad y la falta de sentido común. Nos sentiremos humillados y ultrajados. Seremos catalogados de antisociales e incluso es posible que nos acarree algún que otro disgusto frente a los poderes constituidos pero deberemos sentirnos satisfechos por haber hecho aquello que esperábamos de nosotros.
Se han acabado los tiempos del conformismo y la alienación hay que levantar la cabeza y decir aquello que haya que decir siempre con la verdad por delante. No seamos ni un minuto más cómplices de una farsa que legitima al corrupto, al incompetente y al necio y le protege con una patena de respetabilidad que ni se merece ni posee.
Hay que comprometerse en el servicio a los demás porque ahí está la llave de nuestra libertad. La ley, la justicia y la paz han de ser el lema que nos conduzca a unos nuevos tiempos que puede que tarden en llegar pero que llegarán mal que les pese a todos aquellos que se aprovechan del sistema actual y a aquellos que con su silencio y conformismo les legitiman.
Este liberalismo salvaje que nos domina caerá igual que en tiempos pasados cayeron otros sistemas autoritarios desconocedores del alma humana porque la sinrazón jamás triunfa y por que los gritos de sufrimiento y de rabia de todos nosotros no serán en vano.
Será necesaria la existencia de mártires que sufriendo los rigores del sistema den testimonio. Sin ellos, a los que vengan detrás les sería imposible recorrer un camino angosto y dificil.
Es duro, muy duro, preconizar la rebelión de las almas. Hay que remover conciencias dormidas, apoltronadas y llenas de polvo para mudarlas en seres humanos conscientes de su existencia y dispuestos a sacrificar lo poco que les están dejando poseer para alumbrar un futuro distinto y a ser posible mejor, pero si así no lo fuera habríamos conseguido nuestro propósito con lo simple de provocar el movimiento.
Lo que no podemos hacer es cruzarnos de brazos y resignarnos a unas decisiones que tomadas por aquellos que ya no nos representan nos conducen directamente al abismo y a la pérdida no ya sólo de derechos si no del concepto mismo de persona.
Hay que levantar la voz. Hacerse eco de ésta y de otras propuestas semejantes. No permitir que acallen la protesta y luchar. Luchar.
Yo me comprometo a luchar desde aquí e incluso llegado el caso, porque no, a hacer acto de renuncia. Será difícil, lo sé, pero si la realidad obliga nada impedirá entonces dar el primer paso. Mientras tanto a gritar.