El Estado Español es pusilánime y cobarde cuando es incapaz de impedir espectáculos tan vergonzosos como el paseillo, para enfrentarse con el Poder Judicial, de todo un Gobierno autonómico que se cree poseedor único de un pedigrí democrático que el mismo se ha otorgado.
El Estado Español es pusilánime y cobarde cuando es incapaz de impedir que ciertos alcaldes se declaren en rebeldía frente al Estado, dejen de pagar los impuestos y llamen abiertamente a la desobediencia civil contra unas instituciones de un Estado que consideran usurpador e ilegitimo pero del que se benefician para ser alcaldes.
El Estado Español es pusilánime y cobarde cuando permite que gobernantes de algunas Comunidades Autónomas renieguen públicamente de la Constitución, a la que juran servir, y de unos símbolos nacionales sin que nada ocurra, pero no tienen empacho en defender unos privilegios forales propios de carácter medieval que protege esa misma Constitución aprobada por todos los españoles; incluso hasta decir que ni Franco se atrevió con ellos (presidente del PNV ipse dixit).
El Estado Español es pusilánime y cobarde cuando ante el reiterado incumplimiento de la Ley por parte de ciertos gobernantes reacciona con paños calientes y vanos intentos de contemporizar en bien de evitar el conflicto. Los infractores no dejan de reírse en la cara del Gobierno de turno y se envalentonan aún más para la próxima vez. Siempre hay y habrá una próxima vez.
El Estado Español es pusilánime y cobarde cuando permite que cientos de miles de escolares reciban una educación sesgada; cuando permite que cientos de miles de escolares no puedan recibir educación en su lengua materna; cuando sigue permitiendo que la educación, el bien más valioso de un país, siga en manos de políticos cuyo único interés es formar masas de jóvenes educados en el odio a una idea.
El Estado Español es pusilánime y cobarde cuando un Gobierno legalmente constituido de acuerdo a la Ley que todos nos hemos otorgado es incapaz de reaccionar para hacer cumplir la Ley con todos los recursos que con la Constitución y las leyes de un estado democrático se poseen.
España no es pusilánime, ni cobarde cuando abiertamente sale a la calle a defender una idea pisoteada en muchos sitios. No es pusilánime, ni cobarde cuando lo único que desea, simplemente, es el cumplimiento de la Ley.
