25 may 2005

Fernando Savater

XXVIII Jornada
25/5/05

Fernando Savater ha dilapidado en tres días todo el crédito acumulado durante muchos años de trabajo intelectual por haber creído que EL PODER se había fijado en él para con su consejo hacer frente a los problemas de España. EL PODER lo necesitaba como muñeco de feria que, puesto en el escaparate, iba a recibir todas las bofetadas por haberse ido de la lengua.

El intelectual que se deja tentar por el poder político suele terminar perdiendo los papeles y algo más. No me resisto a nombrar a Heidegger y reproduzco aquí una parte de la entrevista realizada por José Andrés Rojo a Safranski y publicada por EL PAÏS este pasado 12 de mayo.

P. Se ha criticado mucho la estrecha relación de Heidegger con el nazismo. ¿Fue así?
R. Cuando el nacionalsocialismo llega al poder en 1933, Heidegger entiende que se va a producir una gran revolución. No fue mero oportunismo, como se ha dicho, fue entusiasmo, auténtico entusiasmo. ¿Cuál fue la imagen que se hizo del nacionalsocialismo para celebrar su triunfo? En mi biografía he intentado comprender qué fue lo que lo sedujo, y creo que se sintió fascinado por el proyecto de comunidad nacional. La propuesta de una sociedad anónima terminaría siendo una comunidad nacional que camina unida para conquistar sus objetivos. Ésa es otra de las lecciones que Heidegger nos ha dado, que también los filósofos pueden quedar deslumbrados por el brillo del poder. Aun cuando defendía su distancia frente a las cuestiones de su tiempo, fue devorado por su vértigo, y defendió posturas totalitarias.

A Savater debe haberle ocurrido algo similar porque si no su actitud es difícil de explicar. El brillo, el brillo, perdió a la urraca.

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