30 may 2005

...Y Francia dijo ¡NON!

XXXIX Jornada
30/5/05


Francia ha votado NO después de un intenso debate que ha durado varios meses sobre la Europa que poseemos y la que queremos legar a nuestros hijos. El diario Le Monde en la edición de hoy titula que Francia es el primer país de la UE que rechaza la Constitución; luego espera y desea que haya más países que adopten la misma postura. Ciertamente los franceses también han votado con la vista puesta en la política de su gobierno; parte del no al Tratado está basado en un rechazo a una forma de hacer política alejada de realidades sociales e incapaz de ilusionar a una sociedad tan ahíta de todo que muchas veces tampoco sabe bien lo que en realidad desea. Un Estado tan omnipresente como el francés que, sin embargo, es incapaz de buscar soluciones nuevas a problemas que con el paso del tiempo urgen de una solución y el ejemplo más sangrante es el del sistema educativo, tan gloriado en tantas y tantas ocasiones, que ahora malvive en una crisis identitaria brutal.

Y Francia ha votado que no con la vista puesta en la ampliación turca; Turquía no es Europa mal que les pese y su integración con calzador nunca se hará sin el beneplácito de los grandes de la UE que, al día de hoy, no la desean.

¿Y ahora qué? Esperar, sólo cabe esperar; primero los otros refrendos y después las maniobras de ingeniería política que los expertos de la UE efectuarán para darle la vuelta a los resultados y poner en marcha lo que hace años tienen entre ceja y ceja hacer marchar. A los ciudadanos que les den árnica. Ellos que saben.

Las consecuencias para España son las derivadas de que, una vez más, nos hemos juntado con los malos de la clase. Francia se ve abocada a una crisis política, a un cambio de gobierno y dentro de dos años: adiós Chirac. Alemania verá desaparecer a su actual Canciller en pocos meses y los democristianos vienen con otras ideas. Consecuentemente nos tocará vivir una etapa de aislamiento y de perdida de peso internacional aún más profunda que la actual.

En fin. Cuando aprenderán estos dirigentes, que nos damos a nosotros mismos, que los ciudadanos no son tontos y que si bien es fácil convencerlos en algunas ocasiones, véase el ejemplo español, en otras no van a dejarles poner la carreta delante de los bueyes. Este NO es lo menos que se merece un Tratado escrito de espaldas a la ciudadanía europea.

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