20 feb 2012

¿Adelaida?

A la memoria de mi madre

Hace poco más de tres años que mi madre, Adelaida, murió después de padecer durante cerca de diez años una enfermedad, que es adjetivada de terrible: Alzheimer
Este pasado fin de semana he redivido aquel proceso de dos formas distintas. La primera asistiendo a la representación de la obra ¿María?, parafraseada en el título del post, de Marta Barceló donde madre, hija y nieta asisten, en principio sorprendidas y luego resignadas, al inicio y desarrollo de la perdida de memoria por parte de la madre. Como pequeños olvidos de lo inmediato se van haciendo cada vez más grandes, como surge la violencia frente a lo incuestionable y como, para finalizar, la madre termina encerrada en un mundo de recuerdos antiguos y en completa incomunicación con el mundo actual.
El domingo por la noche casualmente coincidí durante unos minutos con la concesión de los Goya en la televisión y justo en el momento de la entrega del premio al guión adaptado que recayó en la película Arrugas que está basada en el cómic del mismo título de Paco Roca. La película no la he visto pero el cómic, que leí en su momento, trata el tema de la convivencia de enfermos de alzheimer en una residencia.
La figura de mi madre surgió de repente y en concreto su memoria. Cuando somos jóvenes nuestros padres nos cuentan multitud de historias, anécdotas y canciones a las que solemos prestar poca atención porque pensamos que ellos van a estar siempre ahí y ya encontraremos el momento de transcribirlas; nunca lo hacemos. Como la excepción confirma la regla hace muchos años puse negro sobre blanco una cancioncilla que la hacíamos cantar a menudo porque nos gustaba mucho y que ahora quiero trasladar aquí precisamente para evitar su pérdida.


EL NIÑO DE LAS MONJAS

Eran las monjas las madres
del niño aquel que sin padres quedó
con ellas en el convento su infancia feliz pasó.

Era un travieso chiquillo
que de valor daba pruebas sin par
y un día en el convento al chiquitín se le oyó cantar:
 "Yo quiero ser torero, torero quiero ser,
torero como Granero, el Valerito y el gran José,
para ganar dinero, para traerlo aquí 
y un manto para esta Virgen que tanto vela por mí."

Se hizo torero famoso
supo triunfar por valiente en la lid
y un día en el convento el chiquitín cantaba así:
 "Yo soy por fin torero, torero de verdad, 
torero como Granero, el Valerito y el gran José,
para ganar dinero, para traerlo aquí
y un manto para esta Virgen que tanto vela por mí."

Era una tarde española, 
tarde española de toros y sol,
el niño cayó en la arena y el toro lo corneó.

Era la herida de muerte
por eso no lo pudieron salvar
llorando vio a su cuadrilla y dijo al expirar:
"Yo ya no soy torero, torero ya no soy,
me muero como Granero, el Valerito y el gran José,
pobres monjitas buenas que llorarán por mí
rogad por el pobre niño que recogisteis allí." 


Con posterioridad he tenido conocimiento de que en 1958 se hizo una película sobre el tema titulada EL NIÑO DE LAS MONJAS de Ignacio F. Iquino y también existe una versión cantada por la LA NIÑA DE LA PUEBLA con algunas variantes respecto a la letra que aquí he trascrito. 

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