6 may 2013

Inés de Castro (1320-1355)


Esta joven noble gallega acompaña a su prima Constanza a Portugal cuando esta va a contraer matrimonio con el Infante Pedro. El matrimonio se efectúa pero Pedro se enamoró perdidamente de Inés y mantuvo con ella una larga relación de la que nacieron cuatro hijos. Muerta Constanza, de parto, se casaron en secreto.
Cuando el rey portugués Alfonso IV se entera y ante la posibilidad de que la influencia de la familia de Inés, los Fernández de Castro, pusiera en peligro la independencia del reino ordena su ejecución. Pedro emprendió una lucha abierta contra su padre y cuando este fallece dos años más tarde hace público su secreto matrimonio y la proclama Reina de Portugal.
En este punto la leyenda se confunde con la realidad pues al parecer, pero no está probado, Pedro hizo desenterrar el cadáver de su esposa y obligó a la nobleza portuguesa a rendirla pleitesía.
Pese a todo ninguno de sus hijos heredó la corona portuguesa que fue a parar al único hijo legitimo de Pedro, el tenido con Constanza. El rey, eso sí, hizo construir un bello túmulo para acoger los restos de su amada en el Monasterio de Alcobaça y colocó el suyo propio enfrente para que en la resurrección del Juicio Final fueran mutuamente lo primero que vieran al despertar.

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