16 abr 2013

Casas Viejas

Tres guardias, diecinueve hombres y tres mujeres perdieron la vida en este municipio gaditano en enero de 1933 en uno de los episodios más trágicos de la historia reciente de España.


En la noche del 10 de enero de 1933 los campesinos anarquistas de Casas Viejas que secundaban una huelga general revolucionaria convocada por la CNT atacaron el cuartel de la Guardia Civil. Hirieron mortalmente a dos de los cuatro agentes destinados allí.
El 11 de enero, un grupo de  guardias civiles llegaron a Casas Viejas, liberaron a los compañeros que quedaban en el cuartel y ocuparon el pueblo. Temiendo las represalias, muchos vecinos huyeron y otros se encerraron en sus casas. Unas horas más tarde llegó un nuevo grupo de fuerzas de orden público compuesto por guardias civiles y guardias de asalto. Inmediatamente comenzaron a detener a los presuntos responsables de ataque al cuartel.

 

En una de las casas, la perteneciente a Francisco Cruz Gutiérrez, apodado "Seisdedos", encontraron fuerte resistencia y se inició un largo intercambio de disparos. Al continuar la resistencia y pasadas unas horas se decidió, por parte de los mandos que comandaban la fuerza pública, incendiar la casa y acribillar a todos sus ocupantes. No contentos con ello posteriormente detuvieron a un grupo de vecinos, los condujeron frente a la casa calcinada y los fusilaron de forma harto gratuita.
Así lo contaba uno de los participantes:

«Como la situación era muy grave, yo estaba completamente nervioso y las órdenes que tenía eran muy severas, advertí que uno de los prisioneros miró al guardia que estaba en la puerta y le dijo a otro una cosa, y me miró de una forma..., que, en total no me pude contener de la insolencia, le disparé e inmediatamente dispararon todos y cayeron los que estaban allí mirando al guardia que estaba quemado. Y luego hicimos lo mismo con los otros que no habían bajado a ver el guardia muerto que me parece que eran otros dos. Así cumplía lo que me habían mandado y defendía a España de la anarquía que se estaba levantando en todos lados de la República»


Una vez conocidos los hechos y ante el escándalo desatado se formó una Comisión Parlamentaria que intentó esclarecer el asunto y depurar responsabilidades. La Comisión elaboró un informe en que reconociendo los fusilamientos exculpaba al gobierno del señor Azaña. Esta fue su intervención en la Cortes:

"No se encontrará un atisbo de responsabilidad en el Gobierno. En Casas Viejas no ha ocurrido, que sepamos, sino lo que tenía que ocurrir. Se produce un alzamiento en Casas Viejas, con el emblema que han llevado al cerebro de la clase trabajadora española de los pueblos sin instrucción y sin trabajo, con el emblema del comunismo libertario, y se levantan unas docenas de hombres enarbolando esa bandera del comunismo libertario, y se hacen fuertes, y agreden a la Guardia Civil, y causan víctimas a la Guardia Civil. ¿Qué iba a hacer el Gobierno?"

Los responsables directos de la masacre fueron condenados a prisión y siempre quedó la duda de quién había partido la orden o la idea de cometer el crimen. Para la República y para Manuel Azaña supuso desgaste y desprestigio.

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