17 abr 2013

Asunto Nombela

Nos encontramos a finales del año 1935. Se acaba de cerrar el escándalo de corrupción política y económica conocido con el popular nombre de "estraperlo" y que había supuesto el abandono del Gabinete ministerial de don Alejandro Lerroux.


Pocos días después estallaba un segundo escándalo. EL Inspector General de Colonias Antonio Nombela denunciaba al Subsecretario de la Presidencia del Gobierno por haber resuelto fraudulentamente un expediente de indemnización a favor de la naviera Compañía África Occidental.
Así lo contaba Serrano Suñer en sus Memorias:

“Se trataba de las reclamaciones que contra el Estado español había formulado la Compañía África Occidental en relación con un contrato concertado para la prestación por aquella Compañía de las comunicaciones intercoloniales. Se denunciaban irregularidades y anomalías graves. Unos querían concretar la responsabilidad en el Subsecretario de la Presidencia y otros entendieron que se trataba de la responsabilidad de todo aquel sexto Gobierno Lerroux: El Estado concedía graciosamente a la Compañía las subvenciones integras, al rescindir el contrato, como si el servicio no hubiera sido deficitario. Y para que nada faltara, en medio de tan grande confusión, alegaba la Compañía que mientras no se le pagaba tuvo que amarrar los barcos que se fueron a pique por obra de un tifón. Y cargaba al Estado, sin más, su valor, lo que este aceptaba con mansedumbre.”

La negativa de Nombela a abonar la irregular indemnización, aprobada por el Gobierno, le llevó a exponer el caso a los Ministros José María Gil Robles y Luis Lucia pero sólo logró ser cesado. Nombela entonces dirigió su denuncia directamente a las Cortes donde se nombró una Comisión para estudiar el asunto.


En el debate ante el Pleno, Lerroux fue incapaz de defenderse de las acusaciones de corrupción, aunque la votación de los Diputados le exculpó.
El Partido Republicano Radical se hundió políticamente y Gil Robles que intentó aprovechar la ocasión para ser nombrado Presidente del Gobierno no lo logró. Niceto Alcalá-Zamora, como Presidente de la República, se vio obligado a disolver las Cortes y a realizar una nueva convocatoria de elecciones a principios de 1936.

 

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